domingo, 4 de diciembre de 2016

Elogio a la Mujer en un día cualquiera. Por Hugo Carmona González.

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Elogio a  la  Mujer en un día cualquiera
Por Hugo Carmona González
Un chiste que me causó mucha gracia se refiere a que Dios primero hizo  al hombre a manera de ensayo, y que después de haberlo hecho, hizo a la mujer, mejorando el error inicial; por esa razón las mujeres llevan muchas ventajas sobre sus congéneres machos, ya que éstos, según una especie que corre sin haber sido desmentida, piensan en sexo el  noventa y siete por ciento del tiempo, y el otro tres, lo dedican al fútbol. Por el contrario,  una mujer despliega sus poderes de alquimista y en un rito órfico, toma  la tierna malva, el humilde cilantro, la intensa cebolla y otras hierbas con blasones  que solo ella conoce, las mezcla con ingredientes ordinarios que con su toque se tornan especiales y prepara el alimento a su familia, y fuera de eso, le sobra tiempo para   asumir la educación casera y puede simultáneamente, dibujar un triángulo, inculcar sentido común  y  valores morales a sus hijos,  salir a trabajar y aún  le queda humor para hacerle creer al marido que el importante es él.
Siguiendo con la cuestión teológica, el escritor español Pepe Rodríguez afirma que Dios nació mujer, y lo hace respaldado en pruebas arqueológicas e históricas, además de que es evidente que  ningún ser humano pudo pensar jamás en atribuirle las cualidades femeninas de generación, fertilidad  y protección nutricia a un ente masculino; por esta razón, la humanidad prosperó bajo la protección de la Diosa única,  durante un periodo que fue desde c 30.000 A.C. hasta c 3000 A.C , momento a partir del cual, de forma progresiva aunque irregular, comenzó a imponerse la tipología especifica del Dios masculino que acabará apropiándose de las cualidades generadoras y protectoras de la diosa . El golpe de Estado del Dios contra la diosa se dio, cuando los hombres se hicieron con el control de los medios de producción de guerra y de cultura, con  la agricultura excedentaria y la invención del arado, se  convirtieron por tanto en detentadores únicos  y guardianes de la propiedad privada, la paternidad, el pensamiento y, en suma, del derecho a la vida. Sin embargo y a pesar de todo el dominio masculino de los últimos cinco o seis mil años, la mujer ha conservado esa majestad de señorío, inteligencia y tacto que siempre fue su fuerte, por lo que podríamos decir, que evolutivamente  Dios sí fue de sexo femenino, y esto lo sabemos y sentimos, como si se escucharan las ondas de un órgano absurdamente profundas.
Como prueba de lo anterior,  me voy a referir a dos mujeres que incursionaron en terrenos en donde el hombre aparece como  el rey indiscutido: La ciencia, y en especial la fisicomatemática y    la biología mezclada con la cibernética.
Se trata, en primer lugar, de  Emmy Noether 1 ), una matemática, judía, alemana de nacimiento (1882 - 1935), considerada  por David Hilbert, Albert Einstein y otros personajes como la mujer más importante en la  historia de la matemática.
 Noether  fue invitada a Gotinga en 1915 por David Hilbert y Felix Klein, quienes necesitaban de su experiencia en la teoría de invariantes para ayudarles a comprender la relatividad general, aquella teoría geométrica de la gravitación desarrollada principalmente por Albert Einstein.
En física, el teorema de Noether  continúa siendo relevante para el desarrollo de la física teórica y las matemáticas y nunca se la ha dejado de considerar como una de las más grandes matemáticas del siglo XX. 
Es tal la importancia y complejidad de la obra de esta mujer, que por supuesto excede en mucho lo que pudiéramos tratar de entender, pero basta con la opinión de los personajes nombrados, para que nos cause una maravilla levemente obscena, su conocimiento y contribución a la ciencia.

La segunda dama, es una mujer fascinada por la genética que nos hace humanos. Se trata de  la doctora Katherine Pollard  ( 1 , 2 ),  experta en un campo llamado “bioinformática”, que hace diez años apenas existía.
Los biólogos señalan que, genéticamente somos,  idénticos a los  chimpancés en un 98,5 por ciento,  a pesar de lo cual vivimos el doble del tiempo, y a lo largo de los últimos seis millones de años, hemos experimentado un notable progreso en nuestra capacidad intelectual.
Pollard ha sido la pionera a la hora de  encontrar los genes que definen la esencia de lo que nos distingue de los simios. Según el eminente físico teórico Michiu Kaku, en su obra  “El futuro de nuestra mente” ( 1 ) , la doctora Pollar  sabía que la mayor parte de nuestro genoma está   compuesto  por ADN basura que no contiene  ningún gen y que permaneció en buena medida inalterado por la evolución. Este ADN  basura muta lentamente  a un ritmo conocido (aproximadamente  un 1 por ciento cambia a lo largo de 4 millones de años). Puesto que la diferencia entre humanos y chimpancés es del 1,5 por ciento del ADN, eso significa que probablemente nos separamos de ellos hace unos seis millones de años.
La doctora Pollar por fin pudo ejecutar su programa y  encontró lo que buscaba: de las doscientas una regiones  de nuestro genoma que  muestran una variación acelerada, había una sucesión de ciento dieciocho bases que, juntas,  se han hecho conocidas como la región  humana acelerada (HAR1) que había sido notablemente estable durante  millones de años de evolución y que había permanecido prácticamente inalterada durante varios cientos de millones de años, con solo dos cambios de las letras G y C. y sin embargo, en solo seis millones de años, la HARD1 había mutado dieciocho veces. Lo destacable de su trabajo es que demostró que una alteración de tan solo 18 letras de nuestro genoma era parcialmente responsable de uno de los mayores y más definitivos cambios genéticos en la historia de la humanidad, que permitió un enorme incremento de nuestra inteligencia. 
Lo anterior demuestra que cuando la mujer ha incursionado en la ciencia lo ha hecho con su   impronta característica,  desde Hipatia, pasando por Marie Curie, Lisa Meitner y Ada Lovelace, la hija de Lord Byron, que en su condición de ingeniera, lógica y matemática, produjo lo que se considera como el primer programa de ordenador, en la “ Maquina Analítica” de  Charle Babbage  y muchas otras mujeres que han brillado en la lógica, la ingeniería, las matemáticas, la biología y demás campos de la ciencia, y no como pretenden las nuevas feministas, que las mujeres solo están hechas para la intuición, porque consideran  el método experimental como un invento de los machos blancos y victorianos, y en lugar  de exhortar a las mujeres jóvenes al estudio de la ciencia, la lógica y la matemática, se les enseña ahora que la lógica es un instrumento de dominación y que las normas y métodos corrientes de la investigación científica son sexistas porque son incompatibles con los modos de conocimiento femenino.
Es un hecho biológico que la mujer está dotada de una mayor intuición que el hombre. Si su capacidad intelectiva y manera de discernir es equiparable con la de éste, es lógico pensar que cuando se sacuda del machismo y entre de lleno a participar en las actividades científicas, Dios volvería a cambiar de sexo y los inventos se inclinarían más al amor que a la guerra.
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