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Elogio a
la Mujer en un día cualquiera
Por Hugo Carmona González

Un
chiste que me causó mucha gracia se refiere a que Dios primero hizo al hombre a manera de ensayo, y que después
de haberlo hecho, hizo a la mujer, mejorando el error inicial; por esa razón
las mujeres llevan muchas ventajas sobre sus congéneres machos, ya que éstos,
según una especie que corre sin haber sido desmentida, piensan en sexo el noventa y siete por ciento del tiempo, y el
otro tres, lo dedican al fútbol. Por el contrario, una mujer despliega sus poderes de alquimista
y en un rito órfico, toma la tierna
malva, el humilde cilantro, la intensa cebolla y otras hierbas con
blasones que solo ella conoce, las mezcla
con ingredientes ordinarios que con su toque se tornan especiales y prepara el
alimento a su familia, y fuera de eso, le sobra tiempo para asumir la educación casera y puede
simultáneamente, dibujar un triángulo, inculcar sentido común y valores
morales a sus hijos, salir a trabajar y aún le queda humor para hacerle creer al marido
que el importante es él.
Siguiendo
con la cuestión teológica, el escritor español Pepe Rodríguez afirma que Dios
nació mujer, y lo hace respaldado en pruebas arqueológicas e históricas, además
de que es evidente que ningún ser humano
pudo pensar jamás en atribuirle las cualidades femeninas de generación,
fertilidad y protección nutricia a un
ente masculino; por esta razón, la humanidad prosperó bajo la protección de la
Diosa única, durante un periodo que fue
desde c 30.000 A .C.
hasta c 3000 A .C
, momento a partir del cual, de forma progresiva aunque irregular, comenzó a
imponerse la tipología especifica del Dios masculino que acabará apropiándose
de las cualidades generadoras y protectoras de la diosa . El golpe de Estado
del Dios contra la diosa se dio, cuando los hombres se hicieron con el control
de los medios de producción de guerra y de cultura, con la agricultura excedentaria y la invención
del arado, se convirtieron por tanto en
detentadores únicos y guardianes de la
propiedad privada, la paternidad, el pensamiento y, en suma, del derecho a la
vida. Sin embargo y a pesar de todo el dominio masculino de los últimos cinco o
seis mil años, la mujer ha conservado esa majestad de señorío, inteligencia y
tacto que siempre fue su fuerte, por lo que podríamos decir, que evolutivamente
Dios sí fue de sexo femenino, y esto lo
sabemos y sentimos, como si se escucharan las ondas de un órgano absurdamente
profundas.
Como
prueba de lo anterior, me voy a referir
a dos mujeres que incursionaron en terrenos en donde el hombre aparece
como el rey indiscutido: La ciencia, y
en especial la fisicomatemática y la
biología mezclada con la cibernética.
Se
trata, en primer lugar, de Emmy Noether ( 1 ), una matemática, judía, alemana de
nacimiento (1882 - 1935), considerada
por David Hilbert, Albert Einstein y
otros personajes como la mujer más importante en la historia de la matemática.
Noether
fue invitada a Gotinga en 1915 por David Hilbert y Felix Klein, quienes
necesitaban de su experiencia en la teoría de invariantes para ayudarles a
comprender la relatividad general, aquella teoría geométrica de la gravitación desarrollada principalmente por Albert Einstein.
En física, el teorema
de Noether continúa siendo relevante para el desarrollo
de la
física teórica y las matemáticas y nunca se la ha dejado de considerar como una
de las más grandes matemáticas del siglo XX.
Es tal
la importancia y complejidad de la obra de esta mujer, que por supuesto excede
en mucho lo que pudiéramos tratar de entender, pero basta con la opinión de los
personajes nombrados, para que nos cause una maravilla levemente obscena, su
conocimiento y contribución a la ciencia.
La
segunda dama, es una mujer fascinada por la genética que nos hace humanos. Se
trata de la doctora Katherine Pollard ( 1 , 2 ), experta
en un campo llamado “bioinformática”, que hace diez años apenas existía.
Los
biólogos señalan que, genéticamente somos,
idénticos a los chimpancés en un
98,5 por ciento, a pesar de lo cual
vivimos el doble del tiempo, y a lo largo de los últimos seis millones de años,
hemos experimentado un notable progreso en nuestra capacidad intelectual.
Pollard
ha sido la pionera a la hora de
encontrar los genes que definen la esencia de lo que nos distingue de
los simios. Según el eminente físico teórico Michiu Kaku, en su obra “El
futuro de nuestra mente” ( 1 ) , la doctora Pollar
sabía que la mayor parte de nuestro genoma está compuesto
por ADN basura que no contiene
ningún gen y que permaneció en buena medida inalterado por la evolución.
Este ADN basura muta lentamente a un ritmo conocido (aproximadamente un 1 por ciento cambia a lo largo de 4
millones de años). Puesto que la diferencia entre humanos y chimpancés es del
1,5 por ciento del ADN, eso significa que probablemente nos separamos de ellos
hace unos seis millones de años.
La
doctora Pollar por fin pudo ejecutar su programa y encontró lo que buscaba: de las doscientas
una regiones de nuestro genoma que muestran una variación acelerada, había una
sucesión de ciento dieciocho bases que, juntas,
se han hecho conocidas como la región
humana acelerada (HAR1) que había sido notablemente estable durante millones de años de evolución y que había
permanecido prácticamente inalterada durante varios cientos de millones de
años, con solo dos cambios de las letras G y C. y sin embargo, en solo seis
millones de años, la HARD1 había mutado dieciocho veces. Lo destacable de su
trabajo es que demostró que una alteración de tan solo 18 letras de nuestro
genoma era parcialmente responsable de uno de los mayores y más definitivos
cambios genéticos en la historia de la humanidad, que permitió un enorme
incremento de nuestra inteligencia.
Lo
anterior demuestra que cuando la mujer ha incursionado en la ciencia lo ha
hecho con su
impronta característica, desde Hipatia,
pasando por Marie Curie, Lisa Meitner y Ada Lovelace, la hija de Lord Byron, que en su
condición de ingeniera, lógica y matemática, produjo lo que se considera como
el primer programa de ordenador, en la “ Maquina Analítica” de Charle Babbage y muchas otras mujeres que han brillado en la
lógica, la ingeniería, las matemáticas, la biología y demás
campos de la ciencia, y no como pretenden las nuevas feministas, que las
mujeres solo están hechas para la intuición, porque consideran el método experimental como un invento de los
machos blancos y victorianos, y en lugar
de exhortar a las mujeres jóvenes al estudio de la ciencia, la lógica y
la matemática, se les enseña ahora que la lógica es un instrumento de
dominación y que las normas y métodos corrientes de la investigación científica
son sexistas porque son incompatibles con los modos de conocimiento femenino.
Es un
hecho biológico que la mujer está dotada de una mayor intuición que el hombre.
Si su capacidad intelectiva y manera de discernir es equiparable con la de
éste, es lógico pensar que cuando se sacuda del machismo y entre de lleno a
participar en las actividades científicas, Dios volvería a cambiar de sexo y
los inventos se inclinarían más al amor que a la guerra.
Cali, Noviembre,
2016
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