sábado, 11 de noviembre de 2023

REFREXIONES SOBRE LA VIOLENCIA Y LA GUERRA EN LA ESPECIE PRIMATE HUMANA. Por Fernando Cruz Kronfly. Cali, noviembre 3 de 2023

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Gracias al generoso aporte y autorización del autor, 

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REFREXIONES SOBRE LA VIOLENCIA Y LA GUERRA

EN LA ESPECIE PRIMATE HUMANA












Por Fernando Cruz Kronfly


Doctor en derecho y ciencias políticas.

Doctor Honoris Causa en Literatura.

Investigador Emérito de Colciencias.

 Cali, noviembre 3 de 2023

 

PALABRAS PRELIMINARES.


Estas escrituras brotan de la desolación. No otro es su origen al asistir y ver la matanza en Ucrania y en Gaza. Jacques Lacan escribió un día: la especie humana no quiere curarse. Estas escrituras agregan: no quiere curarse y, sobre todo, no puede. ¿Salvarse de qué o de quién?

 

De sí misma.

 

No es de los fieros leones, cocodrilos o demás animales bravíos que la especie humana debe ponerse a salvo, sino de sí misma. La especie humana es la autora de la sombra que la recorre desde los primeros tiempos de su brotar en la naturaleza, hasta hoy.

 

Apenas ha transcurrido un cuarto del Siglo XXI y ya tenemos dos matanzas intra-especie: la de Ucrania y, ahora, el genocidio en Gaza. Ambas matanzas humanas las hemos visto en tiempo real, gracias a la tecnología. Hemos asistido a ellas sin poder hacer nada. Y hemos visto allí el sufrimiento y el éxodo, en el momento mismo en que estaba ocurriendo. Este es el origen de la desolación que le asiste a estas escrituras.

 

Y, ante esto que está ocurriendo y no termina de pasar, aparecen los analistas. Los más primarios se hacen la pregunta más “chimba” que se pueda imaginar, y allí se empozan a deliberar:

 

¿Quién tiró la primera piedra?

 

Esta pregunta, tan picapiedra en cuanto a su rigen, de inmediato tiene una respuesta aún más “chimba” en el caso de Gaza: fue Hamás y, unos meses antes, en Ucrania fue Putín. Y esto es cierto. Pero, si se mira hacia atrás en busca de las primeras piedras en el medio oriente, uno puede llegar hasta la pedrada infringida por la ONU en 1948, cuando se le creó un país al antiguo testamento y a las profecías de Jeremías e Isaías, en un lugar donde ya había un nuevo testamento y otros profetas, como Cristo y, después Mahoma.

 

Y, si nos vamos, colgados de esta lógica de las primeras piedras, resulta que la pedrada arrojada por la ONU en 1948, creó un Estado apenas geopolítico. Un Estado que todavía no se ha terminado de crear ni, mucho menos, de consolidar. Políticamente y geopolíticamente sí, pero en casi todo lo demás, no. 

 

Y, es una lástima, porque el pueblo judío y su cultura son espléndidos y a ellos la humanidad debe tanto en términos de ciencia, tecnología, filosofía y arte. Estas escrituras están con el pueblo judío. Como, por igual, lo que adeuda el mundo a la cultura árabe y sus pueblos es inmenso, en términos de pensamiento filosófico, matemático, música, arte y literatura. Con la aclaración de que el árabe es una lengua y no una religión. Estas escrituras están del lado del pueblo palestino también.

 

Y, si detrás de la pregunta “chimba”, del lanzamiento de la primera piedra y sus reacciones, nos vamos a las primeras piedras arrojadas, por los unos a los otros y sus respuestas bravías, llegamos a las muy viejas pedradas que la especie sapiens arrojó a los neandertales. Pues, según el relato antropológico, los sapiens llegaron de África a los territorios ya habitados por los neandertales, y no se sabe bien qué pasó. Pero ha venido quedando claro que la extinción de la humanidad neandertal, hace algo así como cuarenta y cinco mil años, coincidió con la llegada de los sapiens a ocupar aquellos territorios que ya desde antes estaban ocupados y los muros de sus habitaciones en forma de cavernas, ya estaban dibujados con bisontes heridos.

 

Y, dejamos aquí, en este estado, la pregunta “chimba” sobre quién lanzó la primera piedra. Estas escrituras han escuchado esta pregunta brotar de mucha gente, a propósito de Ucrania y Gaza.

 

Derivadas de esta pregunta “chimba” vienen otras preguntas: ¿Quiénes en la historia son los malos y quienes los buenos?  

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Sigue en: 

https://drive.google.com/file/d/1uFeoE83zgvtqApTjWV9F2DClcNzcvRaa/view

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viernes, 10 de marzo de 2017

¿El fin del humanismo? Por Fernando Duque. Cali, Febrero 28, 2017. NTC ... Difusión

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Publica y difunde: NTC …Nos Topamos Con 
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¿El fin del humanismo?
Por Fernando Duque
Texto leído por el autor al iniciar y presentar, como moderador, el conversatorio  ¿El fin del humanismo? en el cual participaron como panelistas William Ospina y Fernando Cruz Kronfly.
Biblioteca Departamental, Cali, Febrero 28, 2017
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NTC ... agradece al autor el aporte de su texto
y la autorización para publicarlo y difundirlo. 

En 1950 –hace 67 años– Ray Bradbury publicó en el libro El hombre ilustrado, un cuento llamado La pradera, ( 1) donde  palabras más, palabras menos, cuenta que una familia vive en una casa totalmente automatizada, llena de máquinas  y dispositivos que hacen de todo, desde cocinar hasta vestirlos, mecerlos y hacerlos dormir. Los dos hijos, Peter y Wendy, tienen además una sala de realidad virtual que es capaz de conectarse telepáticamente con los niños y  reproducir cualquier lugar que ellos imaginen.
Los padres pronto se dan cuenta que algo anda mal. El cuarto de los niños se quedó atascado en un contexto africano, con los leones en la distancia, comiendo el cuerpo muerto de lo que ellos suponen es un animal. Allí también encuentran recreaciones de sus pertenencias personales y oyen gritos extrañamente familiares. Se preguntan por qué sus hijos están tan preocupados con esta escena de la muerte y deciden llamar a un psicólogo.
El psicólogo sugiere que apaguen la casa, que se vayan al campo y aprendan a ser más autosuficientes. Los niños, totalmente dependientes de su cuarto, piden a sus padres dejar que ellos tengan una última visita. El cuarto ha sustituido a sus verdaderos padres. Viven para dicho cuarto. Los padres se aplacan y están de acuerdo en dejar que ellos pasen un minuto más allí. Cuando entran  al cuarto a recoger a los niños, los niños les bloquean la puerta desde el exterior. Sus padres, George y Lydia adentro, observan mientras los leones comienzan a avanzar hacia ellos. Gritan. En ese momento, se dan cuenta que lo que los leones estaban comiendo en la distancia no eran animales sino a sus propios restos simulados. Cuando el psicólogo viene a buscar a los padres se encuentra con los niños disfrutando del almuerzo en la sabana y ve a los leones comiendo algo en la distancia. El lector se da cuenta de que George y Lydia murieron a manos de sus propios hijos. El lector se da cuenta que lo que tantas veces habían imaginado los niños, se hizo realidad.
¿Ese panorama que nos muestran escritores, filósofos y científicos, así como películas de ficción y futurismo, que podríamos denominar "el fin del humanismo", es posible y real?
Stephen Hawking, el famoso científico, acaba de decir que el apocalipsis lo causará el capitalismo y la avaricia humana.  Noam Chomsky, Bauman, Zizek, el papa Bergoglio, Bernie Sanders, Pepe Mujica y miles de intelectuales desde hace muchos años vienen expresando que el desarrollo y el actual modelo económico nos llevará hacia el abismo. ¿Pero, no fue Estanislao Zuleta quien nos dijo hace décadas que la excesiva racionalidad en el detalle y, la más absoluta irracionalidad en el conjunto, nos llevaría al más injusto de los mundos? ¿Y acaso, la escuela de Frankfurt, desde 1923, no denunciaba cómo la máquina capitalista y la alienación ideológica venían triturando los cerebros y el espíritu humano para convertirnos en idiotas consumidores, en zombis? ¿Y en el siglo XIX y XX, Marx, Nietzsche y Freud no crearon acaso, cada uno por separado, escuelas de pensamiento que ponían patas arriba los intocables conceptos burgueses y denunciaban las trampas del sistema y la ideología imperante que hoy, como nos han contado hace poco, ocho individuos tienen la misma fortuna que las 3.500 millones de personas más pobres del planeta? ¿Y el calentamiento global?
Nos apasiona el pasado porque nos apasiona el futuro. Como dice Paul Valery: “La idea del pasado solo adquiere sentido y tiene valor para el hombre que halla en sí mismo la pasión por el porvenir”
Hace 40 años  grupos de jóvenes en todo el mundo y en Cali, andábamos cargados de libros, interesados por todos los temas del pasado y el futuro repitiendo la famosa frase: “Socialismo o barbarie” ¿Éramos conscientes de lo que decíamos en esa época, sabíamos a que nos estábamos enfrentando? ¿Alguna vez pensamos que íbamos a llegar a este punto?
Muchas preguntas me asaltan ¿Por qué George Steiner dice que no hemos avanzado un milímetro desde Parménides y Platón en cuanto a saber qué es el hombre? ¿Por qué dice que el humanismo no humaniza? ¿Qué hombres cultos podían trabajar el día entero dirigiendo las tareas en los hornos crematorios y las fábricas de jabones y botones de la piel de los judíos en los campos de concentración nazi y por la noche en su casa recitar poemas de Goethe y oír música culta?  ¿Por qué entonces se dice que somos humanos si en infinidad de conductas somos excesivamente, aterradoramente inhumanos? ¿Por qué, el mismo Steiner en su libro En el castillo de barba azul del año 1973, hace 43 años, dice que con la ciencia y la tecnología, estamos abriendo  –sin retorno–, la última puerta hacia el infierno?
¿Estamos en el fin del humanismo y ad portas, como lo dice Yuval Noah Harari en su libro “De animales a dioses”, de dar un salto cualitativo en que la humanidad será desplazada por la inteligencia artificial, los ciborgs o las computadoras inteligentes y nosotros pasaremos a ser sus esclavos?
Podría quedarme toda la noche citando y preguntando, por ejemplo, que los niños de hoy  ya casi nacen con una terminal informática en la mano y no aprenden con significantes de su madre y sus allegados todo lo necesario para atrapar el mundo y humanizarse sino con lucecitas  de pantalla.  
Demos la palabra ya a los conferencistas que tienen mucho que decirnos de sus ideas y quienes juiciosamente llevan décadas pensando y escribiendo sobre estos temas. Fernando Cruz Kronfly  en su libro La sombrilla planetaria y William Ospina en Es tarde para el hombre y Parar en seco
Fotografía: Facebook de Lizardo Carvajal
Quiero finalizar leyendo a ustedes las primeras líneas del libro Historia de dos ciudades de Charles Dickens, que resume perfectamente todo lo que yo quisiera decir esta noche sobre el complejo, importante y difícil tema que nos ocupa.
Era el mejor de los tiempos,
Era el peor de los tiempos,
Era la edad de la sabiduría,
Era la época de la locura,
Era la época de la fe,
Era la época de la incredulidad,
Era la temporada de la luz,
Era la temporada de las tinieblas,
Era la primavera de la esperanza,
Era el invierno de la desesperación,
Teníamos todo ante nosotros,
Íbamos todos derecho hacia el cielo,
Íbamos todos en sentido contrario.


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NTC ... ENLACES
NTC … 3 de marzo de 2017


Texto completo de la exposición ofrecida en la Biblioteca Departamental de Cali, en la noche del 28 de febrero de 2017, durante el conversatorio con William Ospina. Por lo extenso del texto, su autor solo leyó aproximadamente el cincuenta por ciento.
NTC ... agradece al autor el generoso aporte del texto  y su autorización para publicarlo.

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NTC … 9 de marzo de 2017

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Publica y difunde: NTC …Nos Topamos Con 

jueves, 9 de marzo de 2017

HOMO DEUS (1). Por Fernando Duque. Marzo 3, 2017

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HOMO DEUS  (1)
Por Fernando Duque
El que piense que la naturaleza es buena que vaya y mire nada más como se devoran entre sí  todos los animales; como el pez grande se devora al chico y como el fuerte destroza al  débil. Pero sucedió que un día, un simio adelantado dio un salto cualitativo y descubrió la manera de devorarlos a todos sin ningún límite (un pez no come rinoceronte, un caballo no come patos). Así es como desde ese instante el ser humano se los devora a todos. Y con ese brinco cualitativo fruto de la revolución cognitiva, afinó los métodos de la caza y la guerra y se convirtió en el amo del mundo. Luego vino la revolución agrícola, las grandes religiones, los imperios, la política, la filosofía pero, el ser humano seguía siendo víctima del hambre, la peste, las enfermedades  “naturales” y  la guerra. Hasta que hace 500 años cansados de aceptar este  destino el ser humano se arriesgó a “estudiar” la naturaleza para torcerle el cuello y se inventó la ciencia. A mediados del siglo XX –es la tesis comprobada por Harari– el ser humano dominó  tres de esos problemas, al punto de que hoy no hay ese tipo de pestes o su impacto es mínimo. Se muere más gente  de obesidad que de hambre y más de diabetes que de guerra. “El azúcar es ahora más peligroso que la pólvora”, dice el autor de referencia.
Mi conclusión es que cambiaron las enfermedades, las inventó la misma ciencia, la industria o el capitalismo. Bueno y… ¿esto debido a qué? Al desarrollo descontrolado del conocimiento. Gracias al conocimiento, a la ciencia y a la tecnología, no sólo derrotamos estas tres calamidades (que nos perseguían hace más de cuatro millones de años) sino que no contentos  con esto –porque el ser humano nunca está contento– vamos por la solución de los otros tres retos de mayor calado: la inmortalidad, la felicidad y la divinidad. Destronado Dios de la sociedad humana, vamos por la inmortalidad. ¿Cómo así que una persona con mucho dinero y poder no le va a pagar a los científicos para que  le prolonguen la vida y no se tenga que morir tan rápido como cualquier pobretón? La idea y práctica es regenerar órganos y tejidos, invertir en genética y nanotecnología porque ese potentado no acepta la muerte ni la vejez y querrá seguir disfrutando de los placeres mundanos por lo menos hasta los 140 años.
La segunda, la felicidad, es la religión de toda la humanidad. Todo el tiempo nos están vendiendo la idea de que hay que ser más felices, que realmente ese es el sentido de la vida y entonces que compre,  viaje y alardee, se muestre en una selfie y se vea tan lindo que quedó. Y ni un minuto de dolor, malestar, incomodidad o tedio. No señor, todo el tiempo sintiendo sensaciones placenteras. “La investigación científica y la actividad económica se orientan a este fin, mejores analgésicos, nuevos sabores de helados, juegos más adictivos para nuestros teléfonos inteligentes, etc., etc.”, y agregaríamos lo último en el mercado… condones con sabor a chocolate, fresa o vainilla.
Y por supuesto la inmortalidad. Ahhh… desde que el hombre es hombre ha soñado con eso.  Desde que la mente y el lenguaje pudo hacer soñar, crear, inventar, al hombre le ha fascinado ser todopoderoso, ser más, ser dios, por eso se inventó a los dioses y a Dios. Un reflejo de su deseo.  Ser mágico, ser fuerte, mandar rayos, hacer morir, generar catástrofes. Está en el cerebro humano, miren nada más a los niños, cómo gozan destruyendo reinos con sus espadas mágicas, sus pistolas eléctricas, haciendo aparecer y desaparecer cosas. ¡Qué infantiles hemos sido siempre y aún somos! Y ay! del que no lo sea, es un amargado, un resentido, un triste, un infeliz.  Pobrecito el que se dedique a leer, a pensar, a observar y no esté frenéticamente consumiendo, corriendo, bebiendo, tirando, paseando, comprando…
Bueno, a esta inmortalidad le tenemos tres opciones: la ingeniería biológica, la ingeniería ciborg y terminator. El primero te regenerará todo lo que se te dañe, el segundo te repondrá con un aparato mecánico y el tercero, es inteligencia artificial: terminator. Claro, esto no es para todo el mundo. Sólo para los que tienen el dinero. Pero, acaso… ¿siempre no ha sido así? Obviamente, esto funciona exceptuando catástrofes naturales, aviones que se caen, accidentes, atentados  o un balazo en la nuca. Como siempre sólo los ricos tendrán  acceso a las comodidades de la ciencia o ¿acaso alguien de Prepagada, EPS o Sisben puede volar  rápido a España o EEUU como lo hicieron Vargas Lleras y Santos últimamente a sus  respectivos chequeos y tratamientos?
Bueno, sólo les he contado lo que Harari cuenta en las primeras 83 páginas de su nuevo libro. El piensa que el humanismo, la religión actual, hace culto a la felicidad, la inmortalidad y la divinidad  y que la ciencia trabaja para ello pero también puede contener la semilla de su caída. Tratar de inventar a Terminator lo puede llevar a su propia destrucción. Un día él se cansará de ser esclavo de su creador y le hará lo mismo que nosotros al simio, dominarlo (Blade Runner). Harari no es un áulico de la ciencia, él cuenta lo que está haciendo la ciencia y muestra los posibles caminos hacia donde nos encaminamos inconscientemente.  Nos recalca que Homo Sapiens es un animal, cómo llegó hasta acá abriéndose camino entre todos los demás animales, cómo inventó la ciencia, porqué llegó  a convertir el humanismo en la religión del mundo, en el culto al hombre, y porqué estamos a punto de ser como dioses.
Por nuestra parte afirmamos lo siguiente, que también lo dicen otros. Creo que la clave de toda esta problemática está en la política y la ética. Cuando los griegos inventaron las dos –que eran una sola–  estaban pensando en el bien para toda la humanidad. Hoy yo creo que la ciencia y la política sirven para el bien de unos pocos. Y de unos pocos muy ambiciosos, locos y enfermos de ambición y poder. El calentamiento global es el síntoma y una consecuencia. Más de la mitad de los científicos trabajan  proyectos para esos pocos potentados (menos del 0.1%) para la guerra (armas, transporte, comunicaciones, medicina). La ciencia no piensa, decía Heidegger y Estanislao Zuleta, son analfabetas o esclavos de bata blanca.
A leer pues HOMO DEUS para seguirnos asombrando de nosotros mismos.
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Publicado parcialmente en


( 1 ) Yuval Noah Harari. “Homo Deus”, editorial Penguin Random House, Editorial Debate, Impreso en Colombia Bogotá. 2016.  528 páginas.  

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